Cuarta Cruzada

CUARTA CRUZADA: 1202-1204

 

Saque de Constantinopla en 1204

Saqueo de Constantinopla en 1204

La Cuarta Cruzada fue organizada por el Papa Inocencio III, el llamado a la Cruzada se realizó en 1199. Uno de los principales objetivos en esta Cruzada, fue que apareció en Venecia un hijo de Isaac Angelos, pretendiente al trono bizantino, suplicando a los cruzados le prestaran asistencia contra su tío, usurpador del trono de su padre, lo que guió el rumbo hacia la ciudad de Constantinopla, ya que no se contaba con los medios para guiar la Cruzada hacia Egipto (Grimberg, 1967, pág. 391), que era el objetivo primordial de aquella.

La Cuarta Cruzada, tiene como puntos principales dos momentos relevantes: la toma y saqueo de Zara y de Constantinopla. El saqueo de Zara, en 1202, fue el primer suceso importante de esta campaña militar, ya que sus financistas – los venecianos – convencieron a los Cruzados de sitiar la localidad a cambio de aplazar sus deudas. El asedio a Zara se realizó respetando la vida de los ciudadanos, pero sometiendo a la ciudad a un saqueo sin piedad. La Cuarta Cruzada, que, en 1204 y desviada de su objetivo, llevó a los Cruzados a tomar Constantinopla y, previo saqueo, instaurar un Imperio Latino que duraría cincuenta y siete años (Marín, 2001-2002, págs. 77-79).

La ciudad fortificada a orillas del Bósforo, cuyos defensores lograron hasta entonces rechazar a todos los asaltantes, estaba muy debilitada en ésta época. Tras muchas disputas y complicaciones, Constantinopla fue tomada por los occidentales el 13 de abril de 1204 (Grimberg, 1967, pág. 391).

Los bizantinos no entendieron cómo los cristianos que compartían la misma fe y la idea de peregrinar a Tierra Santa para rescatarla del Islam y los musulmanes, habían actuado de esa manera. Con el saqueo de 1204, le brecha entre la cristiandad oriental y occidental quedaba abierta, y en definitivo (Marín, 2001-2002, pág. 83).

Geoffroi de Villehardouin, se refiere al sitio a Constantinopla y su posterior saqueo, y a las riquezas de la Capital del Oriente:

 

También allí fue encontrado un tesoro muy grande, no menor que el de Bucoleón. Cada uno llenó con sus gentes el castillo que le fue entregado e hizo custodiar el tesoro; y las otras gentes que estaban dispersas por la ciudad hicieron también gran botín; y el botín fue tan grande que nadie os podría hacer la cuenta: oro y plata, vajillas, piedras preciosas, satenes, vestidos de seda, capas de cibelina, de gris y de armiño y toda clase de objetos preciosos como nunca se encontraron en la tierra. (de Villehardouin, 1973, pág. 53).

El saqueo de la ciudad demuestra la violenta forma de actuar de los occidentales en contra de los habitantes de Constantinopla. Niketas Choniates relata lo que vivió previamente a su huida de la ciudad de Constantinopla:

 

Conmigo compartió mi hogar cierto conocido mío, veneciano de nacimiento, pues merecía protección y, con él, su doncella y su esposa fueron resguardadas de daños físicos. Demostró sernos de ayuda en aquellos tumultuosos tiempos. Tras vestirse su armadura y convertirse de mercader en soldado, se hizo pasar por un compañero de armas y, hablando con ellos en su propia lengua bárbara, defendió que había ocupado la vivienda primero. Así ahuyentó a los expoliadores. Pero continuaron llegando en grandes oleadas y al fin desesperó de oponerse a ellos, sobre todo a los franceses, que no eran como los demás en temperamento o fuerza física y se jactaban de mostrar sólo temor al cielo. Como quiera que le fue imposible deshacerse de ellos, nos animó a escapar. (Marín, 2003, pág. 176)

Niketas Choniates, también dedica palabras a la huida, de la que relata que:

 

Partimos poco después, arrastrados de la mano como si hubiéramos sido asignados a él como cautivos de su lanza, y abatidos y descompuestos conocimos el camino de la huida… Los sirvientes se dispersaron en todas direcciones abandonándonos inhumanamente, pues nos vimos forzados a acarrear sobre los hombros a niños que no podían caminar y a sostener en las manos a un infante de pecho, y de esta suerte proseguimos la fuga por las calles.

Después de permanecer en la ciudad durante cinco días tras su caída, marchamos [el 17 de abril de 1204]. Era sábado, y lo que había sucedido no era un acontecimiento carente de sentido, en mi opinión, una circunstancia fortuita o una coincidencia, sino la voluntad de Dios. (pág. 176).

Luego del sitio y saqueo a la ciudad y de repartirse el botín conseguido mediante la campaña militar, los Cruzados se organizaron para restaurar nuevamente el orden en la devastada ciudad. Geoffroi de Villehardouin relata que:

 

El botín de Constantinopla fue repartido tal y como habéis oído. Entonces, se reunieron todos en una asamblea y el común del ejército declaró su voluntad de elevar a un emperador, tal y como se había convenido. Se habló tanto que hubo que proseguir otro día; en él fueron elegidas las doce personas a quienes incumbía la elección. No se pudo evitar, que para tan alta dignidad como el imperio de Constantinopla, hubiera muchos aspirantes. Pero la gran discordia fue a causa del conde Balduíno de Flandes y Hainaut y el marqués Bonifacio de Montferrato. Todo el mundo decía que uno de estos dos sería emperador. (pág. 178).

Una vez celebrado el concilio para restaurar el Imperio caído a manos de los Cruzados, se logró decidir el nuevo emperador de Oriente. Geoffroi de Villehardouin dedica el siguiente fragmento de su crónica al nuevo emperador a coronar en el Imperio de Oriente, el Conde Balduíno de Flandes:

 

«Señores, nos hemos puesto de acuerdo, a Dios gracias, para nombrar emperador; y todos vosotros habéis jurado que al que eligiéramos como emperador le tendríais por tal y, si alguno quería oponérsele, le prestaríais ayuda. Le nombraremos en esta hora: el conde Balduíno de Flandes y de Hainaut.»

Un grito de alegría se elevó en el palacio y le condujeron a la Iglesia. El marqués de Montferrato le condujo, por su parte,-el primero a la Iglesia y le rindió los debidos honores. Así fue elegido emperador el conde Balduíno de Flandes y Hainaut y el día de su coronación se fijó para tres semanas después de Pascua. (Marín, 2003, págs. 178-179).

Ya con el Conde Balduíno de Flandes proclamado emperador del Imperio en Oriente, con la caída de Zara y de Constantinopla a manos de los occidentales, la Cuarta Cruzada finaliza con la conformación del Imperio Latino, dando origen luego a las denominadas Cruzadas Menores, periodo que abarca desde la V Cruzada de 1213, hasta la VIII Cruzada que finaliza en 1291.

Bibliografía

de Villehardouin, G. (1973). La Conquête de Constantinople. Paris: E. Faral, Les Belles Letres.

Grimberg, C. (1967). Historia Universal. Tomo IV: La Edad Media. El choque de dos mundos: Oriente y Occidente, Editorial Ercilla, Madrid, 1967. Madrid: Ercilla.

Marín, J. (2001-2002). Bizancio, Cruzada y Guerra Santa. Tiempo y Espacio, 77-101.

Marín, J. (2003). Cruzada, Guerra Santa y Yihad. La Edad Media y nosotros. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso PUCV.

 

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